miércoles, 21 de noviembre de 2012

hay una eternidad en mí que no duerme
el canto de los grillos me perturba
una mujer habita en mí
y bajo este sueño amargo que soy
-que he sido-
canta un pájaro rojo
su arrullo no me conmueve aunque lo oiga
y aún así lloro
por su destino de presa irremediable

6 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta!!
Un saludo

Serpiente de aura dijo...

Excelente poema, metafisico, me gustó mucho.

Señor De la Vega dijo...

Mi querida Señora Agostina,
Llorar por el destino, es una hermosa metáfora mística.
Y sin embargo, la fatalidad no es un vocablo que yo conjugue fácilmente, aunque estadísticamente llegue a soportarlo.

Su esencia de mujer, sin duda viste rojo, pero estoy seguro que cualquier color convertiría en arrullo su longitud de onda.
Si puede, manténgase ajena a lo irremediable pero no las lágrimas, o al contrario (porque tengo dudas por llorar).

Linda su evolución, y siempre palabra.

Suyo, Z+-----

Anónimo dijo...

Buenas noches, srita. Agostina.
¿Sabe quién soy? Puede que no le importe -y no la culpo. Pero las fortuitas casualidades de los enlaces, esta noche, me trajo hasta su blog actual y espero no malograr mi mensaje. Quisiera saber cómo anda. Formó parte de mi pasado, recuerdo haberme entusiasmado con comentarios vía Fotolog, en aquellos entonces.
Sé que sigue con la poesía; también sé que llora por saber que la presa es presa, siempre. Aunque no lo sepa. Una canción se lamentaba acerca de un perro, pero el sentimiento es el mismo. Y el hospicio también, al fin y al cabo. ¿O no? ¿Tal vez?

Un abrazo le dejo, aunque mal sea por estos medios impersonales, y espero saber de usted.

XOXOXO,
-- Alan

Anónimo dijo...

Muy bonito, really

Agostina dijo...

A.V. realmente quiero recordar plenamente ese pasado de comentarios y canciones tristes.