Negros encajes, largas las sedas
que adornan la vaga y dulce condena,
roja la sangre que corre en sus venas
maldita la llama que todo lo quema.
Silenciosa llegada tiene en sus vueltas,
y sin gritos ni llantos siempre regresa,
muerte atronadora que viene y te deja
con la frente marcada por una sorpresa.
Mechones oscuros en su espalda ondean
lleva en sus hombros venenosa la hierba
larga y brillante, no tiene ventaja
pero tiene la fuerza del miedo en su falda.
Congela el cuerpo de aquel que la vea
congela el alma hasta dejarla sin penas,
te quita la vida sin tener condenas
te quiere en su mundo, de muertos y rejas.
No hay dónde huir de este destino
cualquiera terminará así su recorrido
con la muerte señora como última imagen
como tristeza abrasadora la que te deja delante.
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