Ya no puedo llorar, porque aunque mi tristeza ha ganado el tamaño del mar no me quedan más lágrimas que derramar. Ya no puedo reír, porque aunque me sienta feliz todavía no tengo la fuerza suficiente para sonreír. Las emociones me están absorbiendo, pero aún así no siento nada, quiero y no puedo, lo intento y fallo; se me están acabando las palabras, me cuesta expresarme ya sea hablando o escribiendo. ¿Deberé despejar mi mente algún tiempo? Tal vez deba comenzar a pensar en mi misma y ponerme un poco encima de los demás, ya no quiero ser la marioneta de nadie, ya no quiero sonreír y mentirle al mundo y a mi misma. Ya no quiero esta falsedad, me está arruinando la vida, que es lo único que tengo.
Me desgarra la mente ese pensamiento loco de parar todo esto: de enseñar las garras una vez en la vida y demostrarle al mundo que no soy una inútil que siempre sigue las reglas de la sociedad. Seguir escondiéndome se va volviendo duro: me cuesta mirar al otro como un par ya que ni yo misma me puedo ver y decir "soy yo, y estoy orgullosa de ello".
Cuántas veces necesité un abrazo y no me lo han dado, cuántas veces necesité que alguien me callara y me apresara entre sus alas, cuántas veces necesité un poco de apoyo y lo único que recibí fueron más dificultades, que me hundieron hasta donde pocos han llegado y han sobrevivido en todo sentido. Hoy estoy aquí, con mi cordura, mi cuerpo y mi mente, pero sin mi corazón.
Tal vez nadie lo vea jamás, pues es mi mayor secreto. Puede ser que decida abrirme aunque sea a una persona en todo este maldito mundo, puede ser que encuentre a esa persona que tanto tiempo he esperado: que acepta mis errores, mis amarguras y mi resentimiento y me entiende aunque ni yo misma logre descifrar lo que siento. Puede ser que en alguna parte, a dos mil kilómetros o solo a dos pasos se encuentre el abrazo que necesito, el respeto, el amor y la aceptación que me hacen falta para seguir viviendo.
Las pocas esperanzas que aún me quedan, las vuelco en ese mínimo pensamiento: encontrar al punto de apoyo que siempre he estado buscando entre las sombras, que sabe exactamente lo que debe decirme en los momentos justos y que no necesita que le diga lo que siento; que sólo con ver mis ojos entienda todo.
Sólo necesito eso, un poco de comprensión. No estoy pidiendo el mundo, no estoy pidiendo oro o diamantes, no estoy esperando a un hombre rico que me rodee de lujos y bellezas, yo no quiero fama, no quiero fingir más, quiero ser yo misma y poder algún día parar a ver mi vida, y poder decir "esto es lo que quería, esto y nada más".
No puedo cambiar la mente de las personas si ni siquiera puedo cambiar la mía. Mi carácter ya se desarrolló hasta el punto de que es casi irreversible, no puedo volver a ser lo que nunca fui.
Alguien alguna vez me dijo que mi alma era demasiado buena, y que le costaba creer que ayude a los demás sin pedir nada más que una sonrisa a cambio.
La razón es simple: solo quiero entregar aquello que nunca tuve ni pedí: comprensión.
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