miércoles, 6 de agosto de 2008

Búsqueda

Se escuchaban desde lejos sus azotes contra la puerta
hasta que entró por fin a la cruda habitación cuadrática
con el maldito hocico pegado al suelo, oliendo los mártires
de mi inacabada historia, que se van pudriendo entre las cerillas
de la sucia e interminable alfombra azul.

Se tambaleaba cual borracho al salir a medianoche de la taberna
cogiendo a su paso el pútrido vestido de la noche rumiante
que se acongojaba con el torpe vals que gozaban sus pies
descalzos ante la inmundicia de una pila de muebles usados
en donde el polvo de los años había hallado su hogar.

Buscaba algo y aún en todo este tiempo de incauta observación
no pude descubrir qué es lo que su desalineada mente quería;
palpaba las sombras del velador como un ciego insatisfecho
tratando de recordar dónde había olvidado sus llaves
buscaba en torno a todo aquello que fuera innecesariamente inerte.

Y como vino; despistado e indiferente a cualquier realidad
se marchó con las manos vacías, rápido como un roedor
que se escapa de las felinas garras de un gato negro
olvidando alguna que otra torpeza a su paso
y dejando un último rincón sin inspeccionar: a mi.

2 comentarios:

malena dijo...

Creo que no hay nada peor a ser ignorado. Tristes, pero lindas tus palabras.

eliú dijo...

fuerte.
texto corto, contundente y fuerte.


Isra.