Cómo no perderme en esta tentación, de querer borrarme de tu mente y perderme en un gran rencor, todo simplemente por desear alejarte de mí creyendo que será lo mejor. Hoy ya no me quedan esperanzas de que todo se vaya a arreglar, tenemos las marcas frescas pudriéndose en la piel, y nada podrá curarlas. Simplemente hemos caído, destruimos nosotros mismos las promesas que tiempo atrás creamos por la torpe vanidad material, la distancia nos ganó logrando quebrarnos desde el alma al corazón.
No quiero que llores, solamente corre hacia el sol y nunca heches la mirada hacia atrás. Es una pérdida de tiempo. Puede que todo esto sean tan solo horribles pensamientos egoístas, de los cuales me quiero librar, pero son más fuertes que yo. Ahora estoy divagando por mi mente, y paseando los dedos sobre el teclado al compás de las palabras. No soy yo, es mi mente la que me dicta lo que debo escribir, y aunque lo se muy bien, me dejo llevar. Escucho los ladridos del perro en la puerta y sus rasguños, intentando abrirla. La música invade el ambiente, pero nada de eso puede hacerme dejar de escribir.
Tantos años soportando lo mismo, hasta que viniste a arreglar todo. Y ahora te vas. Tal como viniste, sin dejar ningún recuerdo, pero llenando el aire con tu despedida. Y lo peor, no es un adiós carnal, es emocional, lo que duele aún más.
Si, todavía hablamos y reímos, nos contamos cosas y sonreímos o lloramos en secreto. Pero nada es lo mismo, antes todo era ternura y amor, pero solo quedan los restos de una relación que jamás llegó a formarce. El presente es duro, mucho más si te aferras al pasado. Pero duele tanto tratar de olvidarte sabiendo que me estás esperando en algún lugar, sabiendo que yo también te espero.
Nunca quise que nada de esto pasara, pero a veces creo que todo esto es por mi culpa, ya que no tuve la fuerza de decir lo que sentía. Si hubiera tenido un poco más de confianza, si no me invadiera el miedo -de perderte-, tal vez estaría acariciando tu pelo mientras descansas en el sillón en vez de estar escribiendo esta confesión errónea.
Sí, errónea porque no debería existir, pensar que antes escondía caprichosamente todos mis sentimientos y ahora los vuelco en palabras dejando que cualquier extraño a mí los lea. Pero la vida da vueltas bruscas, ¿no?. Perdió el timón de mi cordura y me obliga a compartir lo poco que me queda de razón. Errónea porque carece de algún sentido, porque del tema principal se esparcen ramas y ramas de otras interpretaciones que dan horas de habla. Y aún así estoy corta de palabras, porque sé que repetí muchas de ellas.
No encuentro la frase justa para describir como me siento. Quiero dejarte libre, pero al mismo tiempo te quiero a mi lado, para no soltarte nunca. Quisiera que aprendas de los errores de la vida, pero me cuesta tanto pensar que te podrías lastimar que no quisiera que vivas solo. Hay tantas cosas de las cuales no entiendo su existencia, hay tantas palabras que desconozco e historias que no puedo recordar.
Te extraño, eso es lo único que puedo decirte. Me haces falta, como me hace falta el aire luego de aguantar la respiración bajo el agua. Como me hace falta la música para encontrar la cantidad justa de notas en una estrofa. Como me hace falta la rima en los versos, o la belleza en las palabras.
Simplemente, me haces falta.
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