Solo me queda una cosa por hacer
que es llorar esta noche junto a mi pluma
mientras sus lágrimas negras se mezclan con las mías
y nos vamos fundiendo en el papel;
trazando las vidas que nunca vivimos
soñando los sueños que ya olvidé
recordando pasajes de películas en blanco y negro
con ella pinchando, pinchándome en la piel.
Hoy mis versos no se atan a ninguna regla
se visten de gala y aún así no son las perlas
que por siempre esperé que lograran ser,
pero son de mi sangre, extraídos de mis venas
usurpados de mis manos y de mi alma también.
Son tan mías mis palabras como tuyas las de él
las del poeta que nadie habla y que se esconde
en un tonel de vino y poesía embriagadora
que suele abrumar al alma cuando es melancólica,
son tan tuyos mis poemas como míos los de él
y los de esta pluma vieja que se rompe sin querer.
Hoy ya no me queda nada por hacer
he arreglado los problemas que tenía con la fe
he rasgado las paredes con mis uñas
he raspado la pintura de un cuadro en la cabecera de mi cama
y he perdido la rima, el verso, el saber
pero quiero escribirle al viento
o a aquel que cada día mis palabras lee.
Solo me queda una cosa por hacer
que es llorar esta noche junto a mi pluma
derramando juntas nuestras tristezas
tristezas de garza blanca y de humana impura
manchada de la sangre de sus encías
y rebosante de musas muertas
pero llenas de esencia e inspiración.
No pido que el aire sea todo mío
no pido ser famosa, mucho menos saberme a miel
solo quiero conocer a una persona
que hoy me espera angustiada a kilómetros de mi piel
y que no sabe que yo y mi pluma
todas las noches lloramos por su ser
y escribimos falsas lagunas de tinta
humedecidas con el recuerdo de un falso ayer.
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