martes, 8 de abril de 2008

Yo lo quise

Hay que ser idiota para creer y confiar en la gente de tu alrededor. Hay que ser idiota para pensar que nada nos puede sacar del fondo del pozo en el cual nos tocó vivir a algunos, hay que ser idiota para imaginar un mundo donde todos podamos tomarnos de las manos y rezar juntos por la vida.
Cada día mis ojos me muestran un horrible espectáculo de mentiras y agresiones, y deseo arrancármelos para no ver más toda esta basura. Quiero gritar porque siento que nadie escucha lo que pienso, pero al mismo tiempo prefiero callarme y no decir nada; tengo miedo.
Tengo miedo de abrirme al mundo y de salir herida, tengo miedo de que conozcan mis debilidades, tengo miedo de causar pena, tengo miedo de no ser aceptada por mis incontables defectos.
Y tengo miedo de ser una idiota, de confiar en los demás. Estoy acostumbrada a dar ayuda y aconsejar, pero cuando yo necesito algo son demasiado necia creyendo que puedo sola. Soy necia, porque creo que tengo la suficiente fuerza para levantar a los demás cuando yo misma no me puedo mantener en pie. Soy necia al creer que puedo dar sin pedir nada a cambio, por pensar que no me toman el pelo. Soy necia por creer que no necesito de nada ni de nadie, que puedo valerme sola en esta contradictoria vida que me tocó vivir.
Y estoy equivocada. Yo sé que debería pedir ayuda, sé que debería depositar mi tonta confianza aunque sea en solo una persona. Siempre hago lo que los demás esperan de mí, pero nada de lo que yo quiero. Intento ser una buena persona, intento estar de buen humor para no causar problemas y lo único que recibo a cambio es el peso de una discusión que no me incumbe.
Hay que ser idiota para creer que podemos cambiar el mundo con una sonrisa. Hay que ser idiota para soportar tanta injusticia en los hombros sin necesidad de una mano humilde. Hay que ser idiota para llorar en silencio por temor a despertar a las estrellas, por temor a demostrar que podemos sentir.
Hay que ser idiota para creer que podemos sonreír cuando el corazón agoniza de pena y dolor.
Y yo fui lo bastante idiota para creer que la gente confiaba en mí, fui lo bastante idiota para creer que le caía bien a ciertas personas, que solo querían burlarse de mi.
Fui lo suficientemente idiota para creer que podía sobrevivir sola todo este tiempo. Y me cuesta abrir los ojos, me cuesta aceptar la triste realidad de que necesito a alguien. Me cuesta, porque no lo quiero. No lo quiero, porque no es mi naturaleza. Y es mi naturaleza porque así he vivido todos estos años, sola y sin una mano de amparo.
¿Porqué?
Porque yo misma lo quise. No sé el motivo que me indujo a semejante idiotez. Pero yo quise bancarme sola.



Y ya no lo quiero.

No hay comentarios: