aprendí
levanté los pedazos de silencio
los arrojé como se arroja el alma
en medio de agosto
y así nací
nací
para seguir doliendo
para armar más silencios
más ausencias
más nacimientos sin sentido
más vientres vacíos
- las mariposas son sueños
atrapados en los tendones -
escribo
dentro del colectivo mugroso
escribo
doy a luz entre sombras
desconocidas
hijos hambrientos
hijos muertos
y así se van las calles
así se va la poesía
como una mosca
y acá
el poema
larva
incubando dentro
de las entrañas
como
un cáncer
una se olvida
hasta que
nace
estalla
y se siente asco
repugnancia
bichera que se esparce
por el cuerpo
y surge
el dolor
las palabras
los nidos de hambre
los pájaros
terribles
los pájaros
el poema larva ahora con boca
con dientes en el hígado
que uno deja atrás
con las sacudidas del colectivo
escribo
en el colectivo mugroso
escribo
me llama
la sangre
me llaman
los gritos de las mujeres
que habitan en mí
como pájaros
sobre algún muerto
me llaman mis brazos
torcidos
ramas de un árbol
sin agua
¿quién te alimentará
niño
ciruela
dura cáscara de no ser?
no son tus ojos
los que hablan
ni tu ombligo
lago de hambres
me llaman
los brazos que te arropan
las mujeres
que te cuecen
en barro
en ausencias
Llevaba una muerte en el bolsillo. Los labios secos, el alma
seca, como tendida al sol a pleno mediodía. Hambriento de todo, la mano
escondida cuidando la muerte -su muerte-, que no se escape, que no caduque, que
no se olvide, que no. Cruzaba mirando a ambos lados, trabajaba en silencio toda
la mañana, toda la tarde, dormir toda la noche, y la mañana, la noche, el olor
de las uvas, la pequeña muerte, el hambre. Caminar en círculos frente a cajones
llenos de papeles, vacíos de recuerdos, muertes diseminadas, un colchón en el
piso, noche, colchón que espera el cuerpo abatido, abatido el colchón en la
espera del cuerpo, colchón que el abatido cuerpo espera. No hay más que dos
caras en la noche, rostro blanco rostro con manchas rostro de pequeña caja en
el bolsillo y las muertes diseminadas en los rincones, durmiendo. Cruza
mirando, trabaja, tiene las uñas negras como las uvas envasadas que no son ya
uvas ni son negras, y la muerte en el bolsillo, la primera edición de los 20 y
ahora el papel chamuscado. Habrá de saber, habrá de soñar en el colchón, habrá
miedo, vacíos, pasado, dedos sin manchas, rostro blanco en la cuna y ahora la
mano en el bolsillo la calle que aleja el humo de la boca hambrienta la pequeña
muerte abrazada por los dedos, la muerte diminuta, tibia enroscada en la mano,
la muerte pequeña frente a otra, la muerte grande fría frente a la caja, cruzar
sin mirar