sábado, 19 de febrero de 2011

OMG

Qué más queda por hacer cuando se llega al punto en que el dolor se convierte en un simple vacío, un desgano que nos inunda y sobrepasa para dejarnos en completo blanco, mirando un punto fijo en la pared con el corazón apretado y el único pensamiento moribundo de que ya nada tiene valor ni sentido. Ese punto donde no existe mañana, ni un quizá, ni siquiera una pequeña ráfaga de podría, sino tan solo el hecho del ahora interminable y desgastante que nos rodea con una inmensidad abominable y sólo nos permite respirar, mientras todos los demás músculos del cuerpo se endurecen y acumulan físicamente la tensión emocional que nos está torturando.

¿Qué hacer cuando todos los esfuerzos por mantener la sonrisa se descompensan y caen bruscamente dentro de ese vacío? ¿Cómo reaccionar ante la falta de interés sobre lo que deberíamos hacer para salir de esa situación? Qué hacer cuando los pilares que toda la vida nos acompañaron y sostuvieron cada una de nuestras acciones se desmoronan frente a nuestros ojos y no podemos más que gritar y llorar de rabia y sufrimiento. Peor, ni siquiera eso, los gritos se ahogan con las lágrimas en un silencioso y sofocante intento por no demostrar las costillas rotas ni los hombros caídos, por mantener firmes las piernas que en vano intentan sostener ese cuerpo pesado -y desgraciado- en donde habita un alma dueña de una soledad tremenda y con el único objetivo de tratar de descifrar el por qué de la enorme grieta que se abre donde debería haber plenitud y alegría. ¿Deberíamos correr y tratar de atrapar los pedazos que caen violentamente, arriesgándose a que uno de ellos caiga sobre uno? ¿Extender los brazos y comenzar a caminar ciegamente hacia las paredes que se alzan y nos envuelven fríamente esperando que nuestra frente las encuentre y sangre?

Dónde se guarda la desesperación que aparece cuando la imagen de un dios llora y sangra, mientras que el otro yace emborrachado de odio y licor y humo espeso sobre la alfombra que el tiempo sólo desgastó y manchó de culpas en vez de adornar con glorias y risas.
Qué hacer cuando la propia existencia se convierte en un trapo inútil que ni siquiera merece ser desarmado, y simplemente se arroja a los perros y al barro, y se abandona toda culpa y remordimiento hacia ese jirón de tela que sucio de errores se aleja lentamente sobre la corriente de la vida.






+
necesitaría un tiempo para decir
te necesito
ábreme
deja que mis entrañas sientan el aire
la libertad

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Escrito desde las mismísimas entrañas del alma.
Directo como un puñetazo en el estómago

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
m dijo...

letras que conmueven los sentidos y refrescan el corazón...

saludos