jueves, 31 de julio de 2008

En momentos de desesperación, se piensa así:

Perdimos.
Después de todo, no pudimos mantenernos en pie. Perdimos los sueños, las risas, perdimos las esperanzas y un poco del ayer. Vivimos tantas cosas que en estos momentos parecen haber sido en vano, soportamos tantas caídas, que de esta ya no nos podemos levantar.
Es triste. No podemos vernos, ni tocarnos, y aún así sabemos como se siente el otro. Pero, ¿eso nos sirve de algo?
No más de mi en cada segundo.
¿Y de qué voy a llenar los segundos ahora? ¿Con qué puedo seguir, si mi corazón sigue aquí y mis neuronas jamás estuvieron?

Voy a admitir algo: este fue uno de los peores años de mi vida. Antes era una alumna reconocida, altas notas, siempre impecable, con buena presencia y gran respeto. Ahora fracaso en los exámenes, no tengo ni presto la atención de antes y estoy cayendo, poco a poco. De alguien me convertí en nadie. Los problemas familiares se agravaron, mi casa es -emocionalmente- un desastre, no tengo la confianza necesaria. Yo misma cambié, tendré más seguridad en mi misma, pero aún así no me agrada el cambio.
Pero, también me pasaron cosas muy hermosas, que me marcaron para siempre. Conocer a alguien, compartir sentimientos y emociones, llorar y reír juntos. Amar.
Y se me fue. Se nos fue. La distancia ganó, no pudimos con ella.
Muchas veces creo que todo esto es mi culpa. Si no fuera tan cobarde, si hubiera dicho la verdad, quizá no estaría escribiendo esto. Al contrario, estaría con la mente en blanco, pensando en quñe decirte. Quizá estaríamos juntos.

Pero no es así.
La vida apesta.
Y yo me odio.





- Lo que puede recrear una mente confundida, enamorada y destrozada, verdad? -

1 comentario:

Manco Cretino dijo...

Totalmente de acuerdo.
Pero fijate también, como en idénticas situaciones las mentes realizan "planos" (me fui al cine) tan diversos y hasta opuestos... ¿Qué pasará por la otra "cámara"?
Volado... Manco Cretino